Entre planos y relieves constructivos. La papiroflexia neoconcreta de Manuel Hernández

Entre planos y relieves constructivos. La papiroflexia neoconcreta de Manuel Hernández.

Lejos de crear objetos y seres reconocibles, Manuel Hernández construye con su particular papiroflexia, relieves que son a la vez pinturas, que se inscriben en la tradición del arte abstracto geométrico cuyos orígenes se remontan a los comienzos del siglo pasado. Sus relieves o, si se prefiere escultopinturas, son a la vez resultado de una labor artesanal e industrial, que se revelan en la obra final y se intuyen en el proceso de su realización. Los planos diferentes que construyen los relieves se yuxtaponen, combinan y superponen entre si para formar superficies lisas, dispuestas por lo general ortogonalmente. La predominancia de la albura del papel, hecho a mano, se altera por el color fuerte conseguido con tintas industriales. El cúter, la regla metálica, los pinceles, son las herramientas principales con las que su creador hace, pacientemente, obras neoconcretas, carentes de significado referencial externo, salvo algunas formas geométricas, entre las que el cuadrado y el cubo son las principales. Intencionadamente, Manuel Hernández rompe la imagen fría de sus obras con los rebordes irregulares de los planos de papel, de modo que se convierte en un heterodoxo de la corriente abstracta geométrica surgida del neoplasticismo.
El mismo artista construye artesanalmente objetos tridimensionales que parecen modelos a escala de edificios. Podríamos hablar de maquetas arquitectónicas, ya que el espacio y su limitación mediante planos, abiertos o cerrados, son los protagonistas. Ahora bien, la imposibilidad de hacer realidad esas construcciones fantásticas nos revela que la intención de su autor no ha sido la de proyectar, a pesar de ser un profesional de la arquitectura, sino la de crear unas esculturas peculiares. Así, como hicieron algunos de los artistas pioneros de las vanguardias abstractas de entreguerras, Manuel Hernández da el salto de las dos dimensiones a las tres, en plena coherencia con sus planteamientos plásticos de partida.
La luz y el color, el no color del blanco y, menos frecuentemente, del negro; la presencia y la ausencia de sombras generadas por la diferente iluminación de las superficies, animan los relieves y esculturas ante nuestros ojos simplemente al cambiarnos de posición. Captamos entonces las propiedades barrocas de sus creaciones cuyo fin estético ensancha nuestra percepción y enriquece nuestra sensibilidad. Pero junto a ese hálito barroco de movimiento está la quietud y el silencio de inspiración oriental, otra de las fuentes creativas de Manuel Hernández.


Ángel Llorente.


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