Editorial Número 1

EDITORIAL

En lugar de una hermenéutica, necesitamos una erótica del arte.
Susan Sontag, Contra la interpretación.
¿Qué es el arte? Morirte de frío.
Como ocurre a menudo, en un viejo chiste acechan una reflexión inquietante y una protesta. Al reírnos de una definición aparentemente absurda propiciada por una casual homofonía, nos rebelamos contra un arte que a menudo nos deja fríos y nos estremecemos ante la imposibilidad de definirlo.
Porque ¿qué es el arte? Si, de Platón en adelante, la respuesta nunca ha sido fácil, hoy lo es menos que nunca, y se diría que, al amparo de la oscuridad, una nueva casta sacerdotal es la que decide lo que entra y lo que no entra en el templo de Apolo. Y lo que cotiza en el mercado. Una nueva ortodoxia que ni siquiera explicita, como la antigua, sus propios criterios, ejerce su tiranía sin apenas oposición. Y como todos los tiranos, promulga sobre la marcha las leyes que convienen a sus espurios intereses, improvisa un discurso arbitrario e ininteligible que pretende interpretar o reinterpretar a cada instante la realidad artística, erigiéndose en árbitro e intermediario entre la obra y quienes la (ad)miran. Al igual que hizo la Iglesia con la Biblia, una autoproclamada ortodoxia interpreta, canoniza y tasa el arte. Y, como señala Susan Sontag, “en la mayoría de los ejemplos modernos, la interpretación supone una hipócrita negativa a dejar sola la obra de arte. El verdadero arte tiene el poder de ponernos nerviosos. Al reducir la obra de arte a su contenido para luego interpretarlo, domesticamos la obra de arte. La interpretación hace manejable y maleable al arte”. Y rentable, cabría añadir.
Redescubramos la erótica del arte anterior a toda hermenéutica. O lo que es lo mismo, propugnemos una erótica del arte posterior a toda canonización y al margen del mercado. Opongámonos a la ortodoxia interpretadora y tasadora, al nuevo contubernio entre fariseos y mercaderes. Opongámonos a la castradora ortodoxia desde todos los ángulos y de todas las formas posibles e imposibles, desde toda HETERODOXIA.


Por Carlo Frabetti.



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