Visita a la clínica de Kreuzlingen: Aby Warburg recupera la razón.
Treinta años
después de que Friedrich Nietzsche fuese tratado por Otto
Binswanger, ingresó en la Clínica Bellevue de Kreuzlingen en Suiza,
a orillas del lago Constanza, el historiador del arte Aby Warburg. La
clínica Bellevue pertenecía a la familia de neuropsiquiatras
Binswanger y en ese momento, año 1921, estaba bajo la dirección de
Ludwig Binswanger, alumno, entre otros, de Gustav Jung y amigo
personal de Sigmund Freud. Ludwig Binswanger fue de los primeros
psiquiatras en utilizar el psicoanálisis de Freud en pacientes
ingresados, aunque con muy pobres resultados, como reconocía él
mismo, debido seguramente a la gravedad de los pacientes
psiquiátricos que requieren ingreso hospitalario. De hecho, este
médico suizo es el fundador de la psiquiatría existencial.
Los primeros
síntomas de enfermedad mental se produjeron en Aby Warburg durante
la explosión de la locura colectiva de la primera guerra mundial,
que sin duda influyó en la aparición de su trastorno. Hasta
entonces el historiador del arte había volcado sus esfuerzos en el
estudio de la pintura italiana del Renacimiento y sus relaciones con
el paganismo. Creó el concepto de Pathosformeln, fórmula
iconográfica cargada de sentido cultural y psicológico que puede
reactivarse en distintos periodos históricos, de manera que la
Antigüedad no se agota nunca. Aby Warburg definió una perspectiva
antropológica de la historia del arte1.
En 1921 fue
ingresado en la clínica Bellevue, proveniente de otra clínica
psiquiátrica, por un cuadro de grave agitación psicomotriz con
delirios persecutorios y agresividad que interfieren con su vida
cotidiana normal. Inicialmente se le diagnostica de esquizofrenia y,
posteriormente, tras la valoración realizada por el eminente
psiquiatra Emil Kraepelin, de un cuadro maniacodepresivo. Tres años
de internamiento hospitalario y un tratamiento a base de reposo y
opio le permitieron recuperar lentamente la cordura. El día a día
de este proceso, y la estrecha relación establecida entre el
paciente y su médico, el doctor Ludwig Binswanger, está recogido en
el libro excepcional La curación infinita, narrado por los
propios protagonistas2.
El punto de
inflexión de la enfermedad de Aby Warburg hacia la curación, un
tanto milagrosa por el mal pronóstico que se le atribuía, lo
representó la preparación de su conferencia sobre El Ritual de
la serpiente en los indios Pueblo de Nuevo México3,4,5.
Con este ritual, en el que interactuaban con las serpientes, los
indios invocaban la lluvia (y el majestuoso zigzag del rayo) en las
épocas de sequía y, por ende, la vida. Casi tres décadas antes de
su ingreso hospitalario Aby Warburg había estudiado a esta comunidad
indígena durante el curso de un viaje familiar que realizó a
Estados Unidos para asistir a la boda de su hermano. Preparar esta
lección magistral, que fue publicada de manera póstuma, con sus
viejas notas y fotografías sobre sus estudios de campo y, más
difícil aún, impartirla a los pacientes ingresados de la clínica
Bellevue, junto a médicos y personalidades del mundo del arte allí
convocados, como Ernst Cassirer, representó su pasaporte al alta
médica y a la libertad. En este trabajo profundiza en el significado
arcaico de la serpiente en múltiples culturas y mitologías –el
Laocoonte griego, enroscada en el bastón de Ascelapio, la serpiente
de la Biblia– y en el aspecto visual que adquiere; conjurando así
sus propios miedos a la sinrazón de su enfermedad mental (¿serpiente
interior?). Podría parecer absurdo, pero logra abandonar sus
delirios a fuerza del duro trabajo de investigar y explicar el mito
de la serpiente, por repulsiva que ésta pueda parecer (este reptil
provoca ansiedad, incluso pánico, en quien lo ve o lo evoca, ya que
su esencia es indescifrable y se le relaciona con la muerte por su
peligroso veneno). Es como si Aby Warburg hubiese domesticado su
descontrol interno, acostumbrándose a él, perdiéndole el miedo. La
nueva razón conquistada incorpora a sus redes lo incomprensible. “La
lucha con el monstruo es el germen de la construcción lógica”,
citó en su agenda en 19274.
Una vez dado de alta
se entrega por completo a la remodelación y desarrollo de su
biblioteca de humanidades de Hamburgo; la que inició como
coleccionista cuando siendo joven cedió la dirección de la poderosa
empresa familiar a su hermano menor con la condición de poder
continuar con sus investigaciones sobre el arte. Esta biblioteca, de
más de 60.000 volúmenes, tras la muerte de Aby Warburg –en 1929–
fue expatriada por su colaborador Fritz Saxl a Londres ante la
llegada del nazismo, ya que Aby era judío.
También se dedica,
ya fuera de la clínica de Bellevue, a la confección de su Atlas
Mnemosyne. Obra capital por la que se le considera el impulsor de
una nueva forma de entender la cultura vinculada a las imágenes que
genera, y la manera en que esta iconografía está interconectada a
través del tiempo: la iconología moderna. En los paneles del atlas
visual de Warburg, este fijaba sobre un fondo negro imágenes
fotográficas heterogéneas de hechos culturales y artísticos de
distintas latitudes y épocas (valorando sus analogías,
traslocaciones y metamorfosis), así como pequeños escritos suyos;
estos paneles se han comparado con los altares de la tribu indígena
de los Hopi4. Aunque él los definía como la historia de
la memoria de la civilización europea.
El principio de la
Gestalt, aplicado a la imagen aislada, se podría destinar también a
la historia de la humanidad en su conjunto a través de la
iconografía producida. Cada persona podría reconstruir esa historia
con su propio sentido, jugando con las imágenes de un puzle casi
infinito6. De aquí la tremenda actualidad de Aby Warburg,
que se adelantó en sus propuestas a nuestro presente en al menos 80
o 90 años. El dominio absoluto de lo visual en la actualidad, al
menos entre los más jóvenes, apoya sus hipótesis. Sin embargo,
todavía vivo y aun durante muchos años después de su muerte, Aby
Warburg fue marginado por los historiadores del arte, ya que se
consideró que sus trabajos eran en buena medida fruto de una mente
enferma.
Aby Warburg
materializó esta obra magnífica solamente después de haber pasado
tres años ingresado en la clínica de Ludwig Binswanger. Seguramente
transitó allí por el punto de desorden necesario para la posterior
síntesis. Es imposible precisar en qué medida su enfermedad y la
estancia en el sanatorio resultó “beneficiosa” para sus
posteriores hallazgos. En una carta dirigida al hermano de Aby, Max,
en relación a su ingreso en Bellevue, el doctor Binswanger verbaliza
que no sabe exactamente cuánto de la producción científica de su
hermano como historiador del arte se corresponde con delirios2.
Tras el alta y el apaciguamiento del enfermo se logró reconducir su
fuga de ideas hacia un terreno no hostil, compatible con la vida
normalizada. ¡Y con la investigación del arte!
Defensores del rigor
científico de Aby Warburg ven en su ingreso hospitalario un
paréntesis en su producción intelectual, y no comulgan con la
supuesta lucidez que pueda aportar un desequilibrio mental, aunque
solo sea transitorio7.
Notas:
- Francisco Prado-Vilar. Diario de un argonauta: en busca de la belleza olvidada. Anales de Historia del Arte 2010. Volumen Extraordinario: 75-107.
- Ludwig Binswanger y Aby Warburg. La curación infinita. Historia clínica de Aby Warburg. Adriana Hidalgo editora. Buenos Aires, 2007.
- Jaime Repollés Llauradó. Aby Warburg y Ludwig Binswanger: Primitivismo, esquizofrenia y manierismo en la modernidad. http://www.cesfelipesegundo.com/revista/articulos2009/JaimeRepolles.pdf
- Peter Krieger. El ritual de la serpiente. Reflexiones sobre la actualidad de Aby Warburg, en torno a la traducción al español de su libro Schlangenritual. Ein Reisebericht. Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas 2006, Num. 88: 239-250.
- Felipe Rosete. Aby Warburg: Moderno Katharmós. Andamios. Revista de Investigación Social 2006, Vol. 2. Num. 4: 275-277.
- Georges Didi-Huberman. Atlas. ¿Cómo llevar el mundo a cuestas? Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2011.
- José Eduardo Serrato Córdova. La locura artificial de Roberto Calasso. El discurso irracionalista frente a las ciencias. Acta Poética 30-1. Primavera 2009.