Una prosa es una prosa es una prosa.
A propósito de Ida Ida Ida, un montaje de María Lourties a
partir de un texto de Gertrude Stein
Se levanta el telón y vemos a una mujer sentada que dice un texto de
Gertrude Stein en versión trilingüe. ¿Qué película es?
La respuesta a esta adivinanza solo se puede averiguar -o vislumbrar-
asistiendo al sorprendente montaje de María Lourties Ida Ida Ida;
un espectador que, como yo, intente transmitir mediante meras
palabras lo que presenció, solo puede dar algunas pistas y plantear
nuevos acertijos. Lo cual no deja de ser paradójico, pues, a primera
vista, el montaje de Lourties se compone de meras palabras dichas por
una mujer -ella misma- que no se mueve de una silla, por lo que no
debería ser difícil describir verbalmente un trabajo esencialmente
verbal. Pero las palabras son dichas de una manera que a menudo linda
con el recitado, la salmodia o la canción. Y no es del todo cierto
que la intérprete no se mueva de la silla: sería más exacto decir
que no se levanta, pues su rostro y su cuerpo vibran con la
declamación del texto, que a veces acompasa con el pie, marcando el
ritmo como un músico, pues música es también su recitado
(re-citar: volver a citar), que empieza así:
There was a baby born named Ida
Había nacido un bebé de nombre Ida
Un bébé était né appelé Ida
Its mother
Su madre
Sa mère
Held her with her hands to keep Ida from being born
Avait fait tout ce qu’elle pouvait pour la retenir
But when the time came Ida came
Mais voilà le temps venu Ida était là
And as Ida came with her came her twin
Avec elle vint sa jumelle
So there she was Ida-Ida
Ida-Ida es Ida. Una (p)rosa es una (p)rosa es una (p)rosa. ¿Pura
tautología, trivial ejercicio de obviedad? Sobre su verso más
famoso, convertido en cita polivalente, A rose is a rose is a rose
(que, por cierto, empezó siendo una alusión a una mujer: Rose
is a rose…), la propia Gertrude Stein dijo: “No soy tonta. Sé
que en la vida cotidiana no solemos decir esto es esto es esto.
No soy tonta, y pienso que con ese verso la rosa se hizo roja por
primera vez en la historia de la poesía en inglés en cientos de
años”.
Como la rosa-rosa-rosa (que, como diría Borges, quiere ser la
rosa), en el montaje de María Lourties la Ida de Gertrude Stein
se triplica, y no solo lingüísticamente. En primer lugar, el
trilingüismo del recitado, que a primera vista podría parecer
caprichoso, remite al poliglotismo y la transculturalidad de Stein y
de la propia Lourties, y se convierte en un eficaz instrumento
dramático. Pero, además, el texto transita con toda naturalidad por
el territorio de la música y se encarna en un contenido ejercicio de
expresividad facial y corporal, que convierte una actuación casi
inmóvil en una experiencia teatral de la mayor intensidad. El verbo
se hace carne. Y viceversa.
Se cuenta que, en su lecho de muerte, Gertrude Stein le preguntó a
Alice Toklas, su compañera de toda una vida: “¿Cuál es la
respuesta”. Y al no obtener contestación dijo: “Entonces,
¿cuál es la pregunta?”. Y esa circularidad -o esencialidad-
presente hasta el final en la obra y la vida de Gertrude Stein es
también el eje de rotación del montaje de María Lourties, del que
lo mejor -y lo más significativo- que se puede decir es que sin duda
habría encantado a la propia autora del texto tanto como nos encantó
(en ambos sentidos del término) a quienes tuvimos el privilegio de
presenciarlo.
La pregunta es la
pregunta es la pregunta…
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